¿POR QUÉ TU IDENTIDAD DIGITAL DEBE TENER ALMA?

por Paula Fernández Ochoa

El marketing siempre ha defendido que un potente contenido generará un gran impacto en redes: “Content Is King”. Pero, además, la comunicación necesita interacción con emociones para lograr un buen engagement y, por tanto, un mayor éxito: “la Conversación es la Reina”

El debate de la supuesta burbuja social media, de si estar o no en redes sociales, ha quedado obsoleto. La cuestión es con qué estrategia y plan de contenidos debemos gestionar nuestra identidad digital.

Las redes sociales, apps, blogs, webs y demás herramientas digitales son una realidad que han supuesto una ruptura positiva en las barreras de entrada de información y han democratizado la comunicación. Han dado lugar a una mayor generación y consumo de contenidos, transparencia e interacción a todos los niveles.

Estamos en una constante conectividad y socialización que nos convierte en emisores de datos sin pausa: utilizamos internet para comprar, escuchar música, trabajar, descargar archivos, interactuar en foros y redes, cumplimentar formularios automáticos, ver vídeos, etc. Toda esta información de actividad, gustos y conocimiento deja trazas y va formando nuestra identidad digital como una compleja amalgama hecha con nuestro contenido, la opinión de otros y nuestras interacciones. Son fragmentos de nosotros que la tecnología es capaz de recomponer posicionándonos y proyectando al mundo quiénes somos. Y lo hace con una especial relevancia por la inmediatez, la difusión y la permanencia de los datos. De ahí que sea clave saber gestionar nuestra identidad digital con estrategia y como un acto de responsabilidad para maximizar nuestro tiempo y sinergias, pues estos potentes canales han creado espacios en los que participar bajo una espiral de interacción y oportunidades sin precedentes.

En este artículo no abordaré cómo diseñar la estrategia y el plan de contenidos, a saber, los objetivos, qué publicar, en qué canales, con qué frecuencia, las métricas, etc., sino que pondré foco en una cuestión crucial en la actual era digital y era de las personas en la que nos encontramos: la gestión de nuestra identidad digital requiere física y química, esto es, talento y alma. Y es que, como ocurre en el amor, en el mundo profesional y en cualquier faceta de nuestro día a día también son imprescindibles la seducción y el cortejo. No nos enamoramos sólo de información racional o atributos objetivos de calidad (física) sino que, además, el usuario o posible cliente y consumidor de nuestro contenido también necesita que haya emociones y conexión a través de la interacción (química). Es aquí donde hablo de alma.

Así, el marketing norteamericano siempre ha defendido que un potente contenido o información hará que tu impacto en redes sea mayor: “Content Is King”. Pero, si bien el contenido es el rey, en todo proceso de comunicación la bidireccionalidad e interacción con emociones son claves para lograr un buen engagement de tu público y, por tanto, un mayor éxito así que: “La Conversación es la Reina”.

En esta línea, la Red está borrando las fronteras entre el “yo profesional” y el “yo personal”. Hoy sólo genera confianza la autenticidad, el ser 360º, sin compartimentos estancos. Nuestra identidad es un mosaico de fragmentos analógicos y digitales, con atributos racionales y emocionales que se interrelacionan entre sí para dar coherencia y solidez a nuestra identidad y, por tanto, debemos gestionar como una única construcción compleja de la mejor versión de nosotros mismos, de lo que transmitimos y de cómo nos perciben, de nuestra marca personal.

Y para los que somos fervientes defensores de la intimidad y conscientes de cierto peligro que tienen las redes al respecto, haré un “pequeño-gran matiz”: esa química, esa parte de contenido personal no significa que se trate de información o contenido privado. Aquí sí debe trazarse una línea y unos límites infranqueables. Lo personal son situaciones, características, datos que nos definen y que hemos asumido y decidido compartir porque dan fuerza a nuestra identidad. Por ejemplo, un post con el logro conseguido de una maratón que refleja constancia, capacidad de sacrificio, fijación y consecución de retos y unos valores que pueden extrapolarse con beneficio al mundo de la empresa. Son datos personales que nos definen y reflejan la autenticidad de la persona y que, alineados a nuestra trayectoria profesional, la complementan y ayudan a generar confianza y engagement con nuestro target. Y lo privado son aquellos datos, también personales, pero que hemos decidido reservar para nuestra esfera más íntima, sin trascender a todo el público. Por tanto, datos personales no significa necesariamente datos privados y, así, nuestra intimidad no queda ni mucho menos vulnerada por la necesidad de ponerle “alma” a las redes (en tipo de contenido y en interacción)

Debemos ser conscientes de que las marcas se están humanizando, se visten de personas para conectar y es ahí, en esa combinación auténtica de física y química, de contenido e interacción o conversación, donde nuestra marca personal será única y podrá desplegar todo su esplendor para conseguir, además, el objetivo del enamoramiento y de ser la opción elegida en su mercado.

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