la revolución digital del personal branding político: ia + big data
por Robert Samaniego
¿Recuerdas cuando no teníamos internet o teléfonos celulares? Parece que fue en otra vida; hoy está en nuestro día a día, la influencia y el impacto del internet y las redes sociales en nuestras decisiones ya no se puede negar, por eso no podemos ser tan ingenuos de pensar que las decisiones políticas no entran en este campo de influencia. Los casos en la última década son ampliamente estudiados, como Obama en Estados Unidos, Bukele o Borik en Latinoamérica y el caso más reciente de Noboa en Ecuador.
Hablamos de Big Data y de Inteligencia Artificial más allá del mundo tecnológico, sino como una herramienta fundamental en las estrategias de campañas políticas, enfocando cómo los candidatos se comunican, interactúan y hasta cómo deben posicionarse frente a sus electores. Todo esto nos presenta nuevos retos al gestionar campañas políticas y especialmente para quienes trabajamos en personal branding en el campo político, obligándonos a adaptar y adoptar estas nuevas tecnologías como una ventaja competitiva frente a los adversarios.
Tradicionalmente enfocamos nuestro trabajo desde el punto de vista del candidato, el mensaje que quería posicionar y la imagen que quería proyectar. Hoy, gracias a la información que obtenemos de la Big Data y pasados como un filtro de café por la IA, pasamos de trabajar de una simple difusión a una comunicación personalizada y con una síntesis de la información que nos permite posicionarnos en pocos segundos.
Y justamente la gran ventaja de trabajar con estas herramientas es la capacidad para segmentar al electorado con una precisión quirúrgica, conociendo las tendencias y aficiones en tiempo real, dejando atrás el enfoque generalizado y entrando a uno específico en base a factores demográficos, geográficos y de comportamiento. Esta segmentación aumenta la efectividad y nos permite acercarnos a los electores de forma directa y personalizada, estando donde ellos están.
De qué va la Inteligencia Artificial y la Big Data.
Aunque son términos muy difundidos y en términos generales identificados, hay que entenderlos en el contexto de este artículo. Es así que la IA, más allá de ser un generador de textos o imágenes como tradicionalmente lo usamos, tenemos que saber que es un imitador del ser humano en la toma de decisiones procesando ingentes cantidades de información, aprendiendo permanentemente a partir de la experiencia.
Por otro lado, la BIG Data, es justamente el generador de datos grandes y complejos que fluyen de todas las fuentes y que antes era más difícil de gestionar o de entender adecuadamente, pero que hoy, gracias a esos mega cerebros de IA pueden traducirse de forma inmediata para los fines que nosotros necesitemos.
Es decir que estas dos herramientas nos permiten tener un análisis de grandes volúmenes de información “En Vivo” desde preferencias de los votantes hasta patrones de comportamiento, tan fácil como mapeando redes sociales, que el día de hoy son las ventanas del alma de los votantes.
Y justamente de eso es lo que va el mentado “Algoritmo”, porque no es casualidad que realices la compra de unas entradas al cine y tan sólo con esa información estas herramientas ya conocen tus preferencias, por ejemplo, a qué hora te gusta salir de casa, en qué zona vives, cuantos viven contigo, eres más del tipo acción o terror, y empiezan a bombardearte a través de redes sociales o navegadores publicidad que puede ser de tu interés. ¡Nada es casualidad!
Anteriormente se generaba una situación mediática, el tiempo de ebullición desde que se daba el hecho, por ejemplo una persona que protestaba porque se vulneraron sus derechos, luego se difundía en medios tradicionales o redes sociales, la ciudadanía conocía y formaba su opinión, y finalmente un político tomaba partido y se pronunciaba, podía tomar fácilmente una semana o más; hoy esta fusión de la tecnología (Biga data + IA + Redes Sociales) hace que desde que se dispara el hecho, se forme la opinión de la ciudadanía (una opinión que ya se formó y se instaló predeterminadamente en las redes) y la opinión pública del candidato ( productos que ya preparó la IA) se generan de forma inmediata en menos de 24 horas.
Es decir que, quienes no estén con estas herramientas a su disposición, perderán todas las oportunidades para hablarle a sus electores y lograr esos vínculos. Y peor aún, no se habrán subido a esa ola, y cuando quieran tomarla ya habrá pasado y una nueva se estará formando, porque hoy las crisis, que yo las considero oportunidades, son de 24 horas.
Estas herramientas van más allá de una fuente de información, son herramientas que nos ayudan a comprender las necesidades y deseos de nuestros electores; la IA puede predecir de forma rápida, y sobre todo en vivo, tendencias de votación, identificar los temas relevantes para cada grupo o segmentación que establezcamos y preparar mensajes o posturas políticas sustentadas, incluso automatizar respuestas, que nos permiten conectar con la audiencia.
La velocidad a la que se actualizan las plataformas tecnológicas es vertiginosa, pero por mencionar algunas herramientas prácticas podemos hablar de tableros de visualización de datos, como Tableau, que permiten a los equipos de campaña ver datos demográficos y de votación de forma muy clara para identificar dónde se deben concentrar esfuerzos en la campaña; y en IA se utilizan aplicaciones para entender las conversaciones y sentimientos del electorado en redes sociales, o aquellas para optimizar las comunicaciones o anuncios a través de correo electrónico o redes sociales; y, también tenemos plataformas de aprendizaje automatizado para crear modelos predictivos que actualmente permiten predecir resultados incluso con mayor precisión que las propias encuestas.
Son muchos los ejemplos que demuestran que en los últimos años la personalización basada en los datos ha permitido a los candidatos dirigirse a grupos específicos con mensajes sobre temas que son para ellos relevantes, como la educación, la seguridad, la salud o el empleo, y gracias a esto han aumentando significativamente su relevancia en el panorama político y, más importante, el impacto de estos mensajes ante los votantes indecisos que son el principal botín en un proceso electoral.
La integración de la IA y el Big Data en las campañas políticas es una ventaja competitiva, pero sobre todo es una necesidad cuando hablamos de una estrategia hoy en día. Nos permiten conectar de manera más efectiva con ese electorado tan diverso y que exige información y respuestas de forma inmediata ante sus líderes. Y si bien soy un permanente defensor de la autenticidad y de sustentar el mensaje político en los valores y características reales del candidato, no puedo dejar de reconocer que estas herramientas tecnológicas son indispensables para responder de forma más rápida y efectiva ante la audiencia y todos los stakeholders.
Conclusiones
El panorama político está cambiando a nivel mundial, captar la atención del electorado, ganar la confianza y conectar con ellos nos permite el objetivo final que es obtener su voto. La era digital y la individualidad de los votantes han transformado la forma de gestionar las campañas políticas. Hoy el integrar la IA y el Big Data no es commodity o una tendencia, es la evolución de la forma en que se dirigen las campañas en la actualidad. Es por eso vital que los líderes políticos y sus equipos de campaña profundicen en su comprensión y aplicación para forjar conexiones con los votantes y fomentar su participación electoral.
Pero no puedo concluir sin mencionar el aspecto ético que también se ve afectado por estas nuevas tecnologías, un uso transparente y responsable. La recolección y análisis de datos deben realizarse respetando la privacidad y los derechos de los individuos, asegurando que la información personal no sea utilizada para manipular o coaccionar a los votantes. Los políticos deben esforzarse por usar la IA y el Big Data para informar mejor sus políticas y estrategias, promoviendo una participación más activa y fundamentada del electorado, en lugar de reducir los votantes a meros números. Este enfoque ético no solo fortalecerá la confianza del público en el proceso político, sino que también garantizará que la tecnología sirva como un pilar de apoyo para este fin político.
Al final, el objetivo es trascender de la mera victoria electoral; se trata de fortalecer nuestro proceso democrático e instaurar en los espacios de poder a políticos íntegros y comprometidos, en un mundo que demanda con urgencia líderes de verdadera calidad humana. Hombres y mujeres que no sólo aspiren a un cargo, sino a transformar nuestra sociedad. Estos líderes son la base para construir una comunidad más justa y equitativa, donde cada acción y decisión contribuye a nuestro desarrollo colectivo hacia una mejor sociedad.