El Rol de la Percepción y la Emoción en la Gestión de la Marca Personal
Por Gloria Sandoz
Somos percepción y emoción
La vida es colorear el pensamiento, como proponía Ramón y Cajal, y como hoy confirma la neurociencia al mostrar cómo nuestras emociones y percepciones toman forma.
Ser conscientes, conectar con lo que sentimos, pensamos y hacemos, marca la diferencia. Según con qué emoción pintemos y cómo accionemos, obtendremos una u otra respuesta.
“Decisión sin acción es alucinación.”
— Francisco Alcaide
Elegir y nutrir los pensamientos con belleza, optimismo, curiosidad o propósito es una opción inteligente. Lo contrario —la desconexión emocional, la inercia mental o la falta de foco— nos devuelve una experiencia desdibujada: apatía, desgano, inseguridad o rutina.
Como las emociones y la percepción cambian con el tiempo, una marca personal también debe generar emociones significativas para seguir conectando. Porque ni el público ni el contexto permanecen igual. El tiempo y el contexto son factores clave.
Comunicar es encontrarnos
A veces, justo antes de dormir, mi mente comienza a narrar pensamientos. Si existiera una IA capaz de extraer ese discurso interior en milisegundos, no dudaría en acercarme a ella.
Mientras tanto, escribirlos —en el momento o al día siguiente— es un buen ejercicio para recuperar la claridad.
Comunicar es encontrarnos, conectar, acompañar y reflejar lo que somos o lo que buscamos ser.
No es solo un acto técnico o funcional: es un proceso profundo de autodescubrimiento, una forma de existencia que cobra sentido en el otro. Porque comunicar no termina cuando hablamos, sino cuando el otro lo interpreta y lo hace suyo.
No se trata de gustar a todos, sino de conectar con quienes resuenan con nuestra verdad, nuestra promesa o propuesta.
Comunicar con responsabilidad
Comunicamos todo el tiempo. A veces con palabras, otras con gestos, colores o silencios.
¿Cuántas veces asumimos la responsabilidad de lo que proyectamos?
Vivimos en una era de opinión fácil, rápida e impulsiva. Sin filtros ni pausas.
Pero comunicar —de verdad— no es solo lanzar palabras al aire. Es elegir qué dejamos en el otro. Es la huella. Es un acto que nos implica, define y compromete.
No podemos controlar lo que los demás ven de nosotros, pero sí podemos cuidar lo que nosotros proyectamos.
La idea es ir poco a poco sembrando sentido y permitir que el otro lo descubra a su ritmo.
La reflexión es el primer paso:
¿Desde dónde comunico? ¿Desde el ego, la herida, la prisa o desde una voluntad genuina de aportar?
Y luego viene la responsabilidad: porque lo que decimos moldea realidades. Una frase puede abrir una puerta… o cerrarla para siempre.
Ser conscientes de esto nos invita a convertir la comunicación en un acto ético. No para caer en la autocensura, sino para recordar que cada palabra que elegimos deja huella. En nosotros, en el otro, en el mundo.
El poder de los valores
No somos inocentes cuando usamos el lenguaje: está regulado por nuestros valores.
Entiendo los valores como la energía en acción, núcleo ético y emocional que guía cada decisión, comportamiento, acto y expresión de toda marca personal.
Son más que una lista de palabras: son principios vividos que definen el modo en que una persona impacta, conecta y deja huella en su entorno.
Y cuando son compartidos, se crea un ambiente de confianza y conexión que fortalece los lazos.
Cuando se comunican con coherencia, se genera confianza, autenticidad y conexión.
Cuando el propósito existe, pero cuesta expresarlo
Todos tenemos la capacidad —y la necesidad— de encontrar un propósito.
Pero muchas veces, la dificultad no está en descubrirlo, sino en simplificarlo, ordenarlo y comunicarlo.
Esto es muy común en personas talentosas que, con tantas ideas y habilidades, terminan dispersando su energía.
Ahí es donde comienza el trabajo del personal branding como proceso estratégico, de gestión creativa y humana.
El personal branding nació para dar claridad en contextos inciertos. Para acompañar, ordenar, trabajar las contradicciones, poner en valor la esencia…
Para que las personas tengan la oportunidad de evolucionar internamente, desde su identidad compleja y viva.
La coherencia como acto de amor
Comunicar con estrategia no es un acto frío o superficial.
Es mostrar(sé) con verdad, con intención y con responsabilidad.
El personal branding no es una herramienta de marketing aunque se nutra del marketing para su promoción.
Es la esperanza. Una forma de cuidar y cuidar-sé. Es trascender.
Nuestra huella puede ser un legado, una conexión, una forma de sostener(sé) en el tiempo.
Mi forma de trabajar el Personal Branding
Creo en el proceso como forma de escucha, cuidado y transformación.
Acompañar sin invadir.
Desde 2016 acompaño a la pintora y artista muralista Carol Moreno.
Ella tenía su propósito muy claro desde pequeña. Juntas creamos su Plan de Marca: respondió preguntas de exploración inicial, trabajé una auditoría, visión, misión, valores, DAFO, competencia y posicionamiento.
Mi tarea fue simplificar, comunicar con estrategia y traducir su esencia en contenidos coherentes: tarjetas, dosieres, catálogos, sitio web, newsletters… Su propósito, su statement artístico, sus mensajes y su imagen.
Le ofrezco un acompañamiento integral, donde escucho sus necesidades tanto emocionales como técnicas.
Gracias a ella me introduje en el mundo del arte y el interiorismo.
Identifiqué a sus stakeholders clave, entendiendo las formas de conexión entre artistas y su entorno, y ampliando mi visión sobre la importancia de los vínculos en este campo.
Sigo creando contenidos y reforzando su identidad profesional.
Son días compartidos en los que enfocamos y damos forma al mensaje.
Hemos cultivado una relación emocional de diez años, adaptándonos a los ritmos de vida en cada etapa.
Mi enfoque es lento, artesanal y personalizado.
Hoy, en paralelo con la crianza de mi segunda hija de dos años —que llegó como una bendición—, mi forma de aportar cambió: menos producción, menos prisa, pero con la misma claridad y compromiso.
También soy madre de Ciro, un crack de quince años que me recuerda la paciencia, la perseverancia, la calma, y el valor de hacer las cosas bien, disfrutando del proceso.
Y sí… mi hija es intensa. Emi, me recuerda que no todo puede planearse, ni debe.
Como la vida, el personal branding auténtico fluye, escucha y se transforma.