¿MARCA PERSONAL “DIGITAL”? ¡NO, GRACIAS!

por Vladimir Estrada, PhD

La precisión en el uso de conceptos y términos es fundamental para el desarrollo y el posicionamiento social positivo de cualquier disciplina, y el personal branding no es la excepción. ¡Revisémonos!

Desde hace años, alerto, cuestiono, critico, y propongo cursos de acción ante la tendencia de algunos profesionales del personal branding, y de muchos que no lo son, a hablar sobre cierta “marca personal digital”. Se equivocan quienes así se expresan sobre un atributo que es fruto de nuestro ser, nuestro accionar, y los resultados -favorables o no- que los humanos cosechamos gracias a ambos; y que, por tanto, no puede ser más humano. Dejamos huella personal entre personas, que eventualmente, nos asumen y recuerdan desde y como esa huella: por ejemplo, “Fulano, el que mejor hace tal cosa”, “Mengana, la que siempre dice una frase amable”, o “Ziclano, el que alardea de que sabe y es un farsante”. E infinitas formas más, derivadas de tales huellas; todas marcas personales, no digitales, aún el tipo “Zutano, el que mejores contenidos publica en la web sobre el tema X”. Ese “el” se refiere al ser humano, no a un artificio digital. Esa marca es humana, es personal: nunca digital.

Entre mil argumentos en pro de esto, destaca uno muy básico: la marca personal es la huella que dejamos en el corazón de los demás, como magistral y metafóricamente la define el Maestro Jordi Collell. ¿Ese “corazón” (mente, memoria, sentimientos, emociones), es acaso digital? ¿Puede asimilar una influencia digital, o más bien asimila influencias humanas que actúan -o no- en formato digital? ¿Podemos “marcarlo” de forma no humana? ¿Marcamos nosotros, o marcan nuestras herramientas, creadas y usadas por nosotros? ¿Deja marca el blog de Juan, o Juan a través de su blog (redes, web, videos, podcast…)?

No olvidar la definición que da la RAE al concepto marcar, o sea, dejar marca: “Actuar sobre alguien o algo imponiéndole carácter o dejándole huella moral”. Obviamente, el “algo” al que alude la academia no es ni puede ser un ente no humano, porque ellos no reciben huellas morales; la moral es una noción exclusivamente humana. Habla de un grupo, institución, comunidad, etc: “algo” de índole humana. Puede ser social, pero NO PUEDE NO SER HUMANA. Y el ente actuante, el que marca, TAMPOCO.

¿Entonces?

Esa supuesta, absurda e imposible “digitalización de nuestra humanidad”, es una de las razones que más y mejor utilizan quienes detractan la marca personal como concepto, como objeto de estudio y de práctica. En su lugar, yo también lo haría; aprovechar errores del oponente es legítimo. Solo que yerran rotundamente, tanto ellos, como quienes entre nosotros les regalan ese “argumento”. Porque no lo es.

Lo digital es un entorno y es un modo de hacer (NO DE SER); y es también un modelo o “tipo” tecnológico que abarca múltiples recursos, procesos y productos. Pero no es una esencia; al menos, NO LA NUESTRA. La esencia de lo que hacemos en digital, es y seguirá siendo HUMANA. Por tanto, no hay sentido alguno en pretender digitalizar lo humano. Al contrario: tenemos que humanizar cada vez más lo digital, para seguir siendo cada vez más humanos.

Por algo el Maestro Joan Clotet, experto en lo digital donde los haya, se define como un humanista digital, que gestiona humanismo en el entorno digital: no un “digitalista humano”. Aquí, el orden de los factores sí altera el producto.

No somos artificios digitales, sino seres humanos que los utilizamos para aprender, trabajar, crear, comunicar, aportar valor y producir resultados. Pero la huella que dejamos a través de todo ello es una huella humana, no digital. Nace en nosotros, no desde tal entorno ni desde tales herramientas. Sin lo humano, lo digital NO ES.

Tampoco tiene sentido pretender “dividir” nuestra esencia, por más que nuestro accionar sí esté “dividido” entre dos entornos. Porque la huella que dejamos en el entorno y con el accionar digital, se revierte y convierte en la marca de una persona, no de un artificio digital.

Y además, ¿cómo llamaríamos a la marca personal que cada uno de nosotros deja y es en el entorno offline? ¿Marca personal “no digital”? ¿Siendo humana, necesita más apellidos?

Parafraseando al eterno Peter Drucker (quien tal vez sin proponérselo, escribió un breve manual magistral de personal branding titulado Gestionarse a sí mismo, publicado en 2005 y disponible en línea), creo que se impone seguir difundiendo correctamente los conceptos correctos, educando en ellos a todos los públicos. Errores como el que aquí he analizado no solo distorsionan la verdad de la marca personal, sino que pueden generar rechazo a ella. Los humanos queremos seguir siendo personas que dejamos marca, y podemos convertirnos en esa marca para los otros humanos a quienes hemos marcado. No queremos ser, ni ser considerados, como artificios digitales.

Como expresé en una entrevista (2019, con Joan, por cierto), “Internet es una herramienta, es nuestra hija y nuestra herramienta”. Y ello se extiende hacia todo lo digital. No permitamos que nuestras herramientas distorsionen ni cambien nuestras esencias, comenzando por la forma en que nos nombramos. La marca personal es una sola: no hay una digital y otra no digital.

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