SER AUTÉNTICO EN EL MUNDO VIRTUAL.
por Robert Samaniego
Al evaluar la reputación digital de un personaje público, ya sea este del ámbito empresarial o político, encontramos un mosaico de personajes que “construyeron” su Marca Personal a partir de deseos o estereotipos y no a la correcta “gestión” de la misma.
De qué va esto de humanizar nuestra Marca, pues justamente de eso, de ser más humanos, de ser imperfectos, de ser reales, de ser personas con fallas y taras resultado de vivir la vida misma. En la actualidad, más allá de la Pandemia, seguimos en contacto diario con personas, 3, 4 o 10, usualmente las mismas cada día, que nos conocen, al menos lo suficiente para saber de qué tela estamos hechos; pero gracias a esta digitalización de nuestra Marca Personal, podemos alcanzar a 50, 500 o más, pero estas sólo tienen la percepción que hemos presentado, nuestra cubierta armada en base a un lenguaje binario.
Y en este metaverso somos un Dorian Gray que no envejece ni se deteriora producto del paso natural de la vida, donde una faja virtual disimula que ganamos unas libras, resultado de compartir un menú de 5 tiempos entre amigos; o que los demás sientan por nosotros la empatía construida sobre una tristeza o una alegría maquillada, ya que queremos que descubran nuestra alma, pero no la verdadera, porque eso sería como vernos desnudos.
Entonces, en lugar de trabajar en base a un profundo autoconocimiento, un correcto estudio de su audiencia y principalmente una estrategia de humanización de sus contenidos; se piensan más como un producto de supermercado y no un líder en cualquiera de sus variables.
Hemos llegado a un punto en que el momento deja de ser “perfecto” si no puede ser retratado por un celular en el formato y calidad adecuados para ser subidos en nuestras redes sociales. Dejamos de disfrutar el destello de un paisaje, el aroma de un plato, o hasta la misma espontaneidad de un abrazo si el selfie no lo captura en su magnificencia. Todos estos momentos dejan de ser significativos si no los vemos reflejados en una historia o en un reel de Instagram; o peor aún, consideramos que nuestras palabras no tienen valor si no hemos conquistado los corazones necesarios en Twitter.
Por eso te reto a que revises cualquiera de tus redes sociales, y que encuentres cuando fue la última vez que publicaste un comentario o una foto con imperfecciones, espontánea, con alegría o tristeza, con la emoción que sólo puede capturar el corazón del ser humano en el momento.
Dejar de publicar, no es la solución, que publiquemos cualquier cosa, por favor ni pensarlo, pero sí que esa comunicación sea entre seres humanos y que, partiendo de nosotros, dejemos de vendernos como un objeto o una marca comercial. Humanicemos el mundo virtual a través de una comunicación mucho más honesta, como si realmente tuviéramos a todas esas personas al frente nuestro y estuviéramos en una terraza y entre el humo de una bebida caliente y de un cigarrillo compartiéramos esa idea o ese momento especial entre amigos.
Y si somos un personaje público o nos consideramos un ente político ese relacionamiento o empatía son mucho más importante, ya que buscamos conquistar la mente y el corazón de nuestra audiencia para ganar su preferencia en un momento de coyuntura electoral.
Y para esto te invito a que te preguntes, qué pasaría si te presentas, de improviso, a la puerta de uno de tus seguidores, cuál de las siguientes sería su reacción:
Te cerraría la puerta en la cara.
Te pediría una selfie.
Te invitaría a la cafetería de la esquina para conversar y luego se sacaría la selfie.
Te invitaría a pasar a su casa y cuando ya te has ido se acuerda que no se sacaron la selfie.
Estas descripciones van desde el rechazo a tu imagen hasta el lograr un contacto tan humano que disfruta tanto con la persona virtual como con la persona real y lo que menos le importa es si ese encuentro queda registrado para disfrute de extraños.
Así es como debemos valorar nuestra marca digital, en lo que aporta como ser humano, más allá de un usuario tras un símbolo @ o de un movimiento político o un cargo público, sino serás un personaje transitorio que no tuvo un pasado y mucho menos un futuro en la mente de los demás, y serás uno más en la vida real y uno menos en el mundo virtual.
Y para que seas relevante, tu presencia virtual debe ser, al menos:
Autentica; porque cada uno es único y esas características únicas son las que te hacen resaltar ante los demás y convertirte en un referente.
Honesta; por que la máscara está condenada al desgaste y se caerá en el momento que menos lo espere, y tu rostro real no será reconocido por quienes creyeron en un personaje de ficción.
Sólida; sobre pilares que fueron levantados en base a un profundo autoconocimiento, de tus valores, cualidades y habilidades que son parte de tu historia.
Humana; sin superpoderes ni habilidades metahumanas, que la audiencia se identifique con otro ser humano, igual a ellos, pero al mismo tiempo mejor.
Finalmente, creo que en toda Iberoamérica, por no decir en todo el mundo, la desconfianza por todo aquel que lleva la etiqueta de político es un mal generalizado; por lo que construir una relación estable con el público se vuelve cada vez más difícil, y aunque la virtualidad nos permite llegar a más personas, una imagen maquillada ahonda en esa desconfianza, por lo que hoy, más que nunca, una Marca Personal correctamente gestionada es indispensable.